Las reglas y límites claros son muy importantes en la vida y desarrollo de los pequeños, pues guían su camino en cuanto a lo aceptable y lo prohibido, ordenando su comportamiento y haciéndoles sentir más seguros.
Los niños son más felices y se sienten más seguros con una rutina clara y un marco de contención establecido, ya que les da una base firme para desarrollarse en los demás ámbitos y en su propia identidad. Es por esto que, desde que son muy pequeños, es importante establecer hábitos, rutinas, límites y reglas: si las conocen desde bebés, les será más fácil tomar mejores decisiones en un futuro.
Por lo tanto, se debe comenzar estableciendo pautas de comportamiento desde los primeros meses de vida: horarios de alimentación, higiene, sueño y juego. Estas rutinas le ayudarán a regularse emocionalmente, y a estar tranquilos y seguros.
Fijación de normas
Cuando se comienza a hablar con los niños acerca del comportamiento que se espera de ellos, puede ser difícil saber si se están decidiendo los límites de manera adecuada.
Hay algunas características que deben cumplir las normas para que los niños y niñas las acepten y les hagan sentido:
Las normas deben estar adaptadas al grado de madurez, autonomía, capacidad de tomar decisiones y responsabilidades del niño, e ir mutando mientras el niño va creciendo.
Es ideal involucrar al niño en la formación y elección de las normas. Su participación será clave para que le encuentre el sentido a las reglas y desarrolle un sentido de pertenencia con éstas. Deben ser consensual para que el niño no oponga resistencia y lo vea como algo externo e impuesto.
Nunca "porque sí" o "porque yo lo digo": las normas deben tener un sentido y se deben poder explicar. Los niños buscan comprender las cosas de su alrededor. Además, deben tener una base de amor y respeto.
Utilizar un lenguaje claro y sencillo al explicar las normas, y de manera comprensible para el niño. Si es necesario realizar un juego o demostración, hazlo. Además, que sean normas precisas y no tan generales o abstractas. Utiliza ejemplos de situaciones concretas. Asegurarse de que comprendió.
Aplicadas a todos los miembros del hogar y ser el ejemplo.
Constancia y firmeza: esencial para la disciplina. Si no se logra la constancia quizás es porque la regla no está bien planteada ni es coherente.
Los padres, cuidadores y adultos miembros de la familia deben estar al tanto y de acuerdo con los límites impuestos.
Qué hacer frente a una desobediencia
En general, los niños desobedecen porque se sienten incomprendidos o porque buscan hacernos reaccionar. Hacer oídos sordos o ceder son dos muy malas maneras de manejar una desobediencia. Debemos tener cuidado con cómo la manejamos, ya que si el niño se sale con la suya, seguramente repetirá el comportamiento constantemente.
Se deben establecer consecuencias claras de una desobediencia, y cumplirlo. Además, se recomienda actuar inmediatamente el niño desobedece, y no tratar el tema cuando ya pasó el momento. No es la idea entrar en una discusión o levantar la voz.
Por otro lado, no intentar razonar ni caer en sus provocaciones. Se le puede proponer una alternativa si es necesario.
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